La Alianza Evangélica Mundial (WEA, por sus siglas en inglés) celebró su Asamblea General la pasada semana en Seúl (Corea del Sur), reuniendo a cerca de un millar de delegados procedentes de más de cien países, en un encuentro marcado por la reflexión sobre el papel global de la iglesia, la relevancia creciente del sur global y la necesidad de fortalecer la cooperación entre alianzas nacionales.
Entre los participantes estuvo Xesús Manuel Suárez, secretario general de la Alianza Evangélica Española (AEE) que impulsó una de las decisiones clave en la asamblea: la revisión completa de los estatutos con un proceso participativo de las alianzas nacionales y regionales.
En esta entrevista con Protestante Digital, Suárez ha destacado las experiencias personales, su percepción de la historia evangélica en Corea y uno de los objetivos que se presentaron durante la asamblea, como es la colaboración para un avance del evangelio a nivel mundial, con el año 2033 como horizonte.
Pregunta. ¿Cómo ha sido la experiencia de participar en la Asamblea General de la Alianza Evangélica Mundial en Corea?
Respuesta. Ha sido una experiencia muy bonita e impactante. Ya había estado en la anterior, en Indonesia, pero esta me llegó más. Esta vez ya había familiaridad, conocía a muchas personas y fue enriquecedor reencontrarse y crecer juntos. Corea es un país impresionante, con un desarrollo económico enorme y, a la vez, un crecimiento notable del cristianismo evangélico: hoy representan alrededor del 25% de la población.
Su historia me recordó mucho a Galicia. A finales del siglo XIX llegaron misioneros británicos y estadounidenses, sobre todo presbiterianos y metodistas, que entraron no imponiendo, sino sirviendo: hospitales, educación, defensa de la cultura y el idioma. Eso transformó el país y abrió puertas al evangelio. Me impresionó ver esa herencia en la iglesia coreana actual.
P. ¿Cómo ha sido la interacción con otros líderes y alianzas nacionales?
R. Muy buena. Ya conocía a muchos secretarios generales, especialmente de Europa y Latinoamérica, y fue bonito reforzar esos vínculos. También hubo anécdotas curiosas —como encontrar al “doble” de un líder latinoamericano en un aeropuerto— que ayudan a estrechar la fraternidad.
Hablé con líderes de Ecuador, Portugal, Francia, Bulgaria, y también con hermanos de contextos muy difíciles, como un líder kurdo de Irak que evangeliza incluso a musulmanes radicales. Estos encuentros te enseñan y te animan. Ver su valentía y entrega te mueve a orar más y a aprender de ellos.
P. En la Asamblea se aprobó la reforma de los estatutos. La AEE ha tenido un papel importante en ese proceso. ¿Qué significa esto?
R. Para nosotros ha sido muy significativo. Somos una alianza pequeña, pero llevamos casi 150 años formando parte de la Alianza Mundial. Sentíamos que era necesario mejorar la relación entre los órganos de dirección y las alianzas nacionales, y propusimos un proceso de reforma integral. Lo compartimos con muchos líderes, buscando consenso, y recibimos un apoyo unánime. Todo el mundo ha visto que la Alianza Evangélica Española trabaja con el corazón por la Alianza Mundial y hemos sido referencia. Esto nos da un sentimiento profundo de humildad, porque somos conscientes de nuestras limitaciones y al mismo tiempo somos conscientes de que el Señor puede hacer con lo pequeño cosas grandes, y en esta ocasión lo ha hecho, sin duda.
P. También hubo un espacio para encuentros.
R. Sí. Fue un momento muy bueno para compartir proyectos, como nuestra Escuela de Formación Política. Uno de los encuentros más emotivos fue con Vitali, secretario general de la Alianza Rusa, que publicó una carta condenando la invasión de Ucrania, y con Yuri, de la Alianza Ucraniana. Escuchar cómo Yuri decía: “Nunca pensé que llegaría a preguntarme dónde está mi hijo ahora”, con su hijo en el frente, fue muy impactante. Son ejemplos, pero en general, en la asamblea hablamos de cosas profundas, de cosas de desarrollo, de programas, de proyectos, y lo hacemos desde una relación de afecto mutuo que nos une. Esto es algo que no sucede en otras organizaciones y es fruto de nuestra unión en el evangelio.

[photo]El sur global es la fuerza emergente en el ámbito evangélico./ WEA[/photo]
P. ¿Cómo has visto el protagonismo creciente del sur global en el movimiento evangélico?
R. Es evidente. Compartí habitación con el secretario general de Gabón, un hombre muy formado y con una fe viva. Hablamos mucho y oramos juntos. También tuve experiencias simbólicas, como perderme en Seúl y que una hermana africana dijera: “Esperemos al reverendo, es fulani, ellos nunca se pierden”. Y así fue: llegó y nos guio. Me pareció una imagen profética de hacia dónde vamos: Europa aprendiendo del liderazgo del sur global. Tenemos que reconocer que hay mucha gente que piensa tanto mejor que nosotros.
P. Uno de los temas mencionados fue la Visión 2033. ¿Qué puedes contarnos?
R. Es un proyecto que busca poner el foco en el año 2033, los 2000 años de la muerte y resurrección del Señor, y promover que el 50% de la humanidad escuche el evangelio. Conocí a Olivier, uno de los impulsores, un hombre preparado y muy convencido. Quiere que España esté implicada y nos animó a sumarnos.
P. Personalmente, ¿hay algo más qué te llevas de esta Asamblea?
R. Dos cosas. Una, la lección de que lo pequeño también cuenta. Presentar una propuesta de reforma estatutaria desde España parecía utópico, y el Señor la usó. Eso me hace sentir más pequeño, no más grande. Es una invitación al consenso, a distinguir lo fundamental de lo accesorio. Yo siempre he trabajado por el consenso, pero me he sentido reafirmado plenamente por esta experiencia que el Señor me ha dado.
Y segundo, una experiencia espiritual fuerte: el último día fui a ver un monte donde están enterrados antiguos reyes coreanos. Toda su gloria humana está ahí, reducida a huesos. Me recordó un pequeño monte en Galicia donde están enterrados hermanos nuestros que dieron su vida para que otros conocieran a Cristo. Aquellos hermanos que están enterrados en aquel cuadrito de aquel monte de lo último de Galicia, hoy tienen la gloria que los reyes coreanos jamás tendrán.
Publicado en: EVANGÉLICO DIGITAL – MUNDO
– Proyecto 2033, dos mil años de la muerte y resurrección de Jesús


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