El avivamiento que Dios desata a través de los niños

Los campamentos cristianos para niños son a menudo espacios de alegría, juegos y compañerismo, diseñados para que los más jóvenes se acerquen a Dios en un entorno natural y distendido. Sin embargo, en un campamento reciente, los líderes y participantes fueron testigos de algo que trascendió el programa de actividades: un mover genuino del Espíritu Santo que tuvo como protagonistas a los infantes, quienes transformaron una de las reuniones en un altar de oración espontánea.

Lejos de la rutina habitual, en un ambiente diseñado para la reflexión y la convivencia, ocurrió lo inesperado. Durante una de las sesiones vespertinas, sin ser instruidos por los monitores o líderes, un grupo de niños comenzó a buscar a Dios con una intensidad sobrecogedora. Se arrodillaron y, con una madurez espiritual que impactó a todos, empezaron a interceder unos por otros. Las oraciones de estos niños pedían sanidad, fortaleza para sus familias y un encuentro más profundo con Jesucristo, llenando el lugar de una atmósfera de sagrada reverencia.

Un encuentro genuino de los niños con Dios

El director del campamento, visiblemente emocionado, describió el momento como una evidencia irrefutable de que Dios obra poderosamente cuando los corazones son sinceros. Relató cómo los adultos y otros jóvenes guardaron silencio, observando con asombro la manera en que los niños eran guiados directamente por el Espíritu Santo. No era un comportamiento imitado, sino una respuesta auténtica a la presencia de Dios, un recordatorio de las palabras de Jesucristo en Mateo 19:14: «Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es el reino de los cielos».

La fe demostrada por estos niños en el contexto de un campamento resalta la importancia de crear estos espacios apartados de las distracciones diarias. Es en estos retiros donde la fe puede florecer de manera especial. Este suceso es un llamado a no subestimar la vida espiritual de los niños, sino a facilitarles entornos donde puedan tener sus propias experiencias con Dios. La oración de estos pequeños fue una manifestación de fe pura, una que busca a Dios sin las complejidades de los adultos y que tiene el poder de transformar un ambiente por completo.

Lo ocurrido en este campamento es una lección y una inspiración. Demuestra que los niños no son receptores pasivos del evangelio, sino participantes activos y poderosos en el Reino de Dios. Su fe genuina puede encender la llama de un avivamiento. Que este testimonio motive a la iglesia, a los padres y a los organizadores de estos eventos a esperar siempre que Dios se manifieste de formas extraordinarias a través de los niños.





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