Durante casi dos décadas, Bolivia fue gobernada por un proyecto político que se proclamó seguidor del llamado Socialismo del Siglo XXI. El Movimiento al Socialismo MAS, partido gobernante hasta hace pocos días, no solo pretendió transformar estructuras económicas y políticas del país, sino también regular sus estructuras espirituales a través de la simbiosis profunda con prácticas religiosas aymaras; el Estado se convirtió en actor y oficiante de ceremonias espirituales propiciadas por el más alto nivel de poder en el país.

Desde 2009 el Año Nuevo Aymara fue consagrado como feriado nacional. Cada 21 de junio las más altas autoridades, encabezadas por el propio presidente, se transportan al amanecer hasta las ruinas de Tiawanaku, para “recibir” los primeros rayos del sol con las palmas abiertas, en un gesto cargado de simbolismo.

De forma paralela, los textos educativos enseñan a los niños la forma de celebrarlo en casa, aportando actividades para honrar al tata Inti y a la Pachamama, transformando religiosidad ancestral en política educativa.

Por otra parte, se institucionalizó el 22 de enero como el “Dia de la fundación del Estado Plurinacional de Bolivia”. Durante esas ceremonias, los amautas ofrecen en la Casa Grande del Pueblo koas o sahumerios, y realizan rituales para la protección y la prosperidad. El atrio de este actual recinto de gobierno aloja un espacio construido específicamente para albergar tales ofrendas.

En suma, los cultos ancestrales llenos de simbolismo y de ritos para la buena suerte y el buen augurio se han vuelto práctica común en los eventos institucionales gubernamentales.

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Mientras tales prácticas religiosas ancestrales eran exaltadas, las iglesias cristianas -católica y evangélica- de todo el país sufrieron desde el principio una presión creciente, que las sometió a un control administrativo minucioso, obligándolas a dar cuenta de todos sus actos al gobierno. Se crearon leyes de todo tipo que entre sus artículos obligaron a iglesias y organizaciones religiosas a proporcionar al gobierno información detallada sobre su membresía, su actividad financiera y la organización de su liderazgo, e inclusive a justificar la formación de sus líderes religiosos, proporcionando plazos para registrarse, o bien perder el derecho a existir.

Si bien la presión fue disminuyendo durante los últimos años, el marco juridico que instauró el MAS para controlar a las iglesias permanece hasta la actualidad.

Hoy, con la instauración del gobierno fruto de las elecciones en los próximos días, los bolivianos abrigan la esperanza que el nuevo gobierno pueda garantizar tiempos de paz a la iglesia cristiana, para desarrollar sus actividades en libertad y tranquilidad en todo el país pues, al fin y al cabo, la libertad política siempre va a suponer una libertad de culto.



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